El Teatro Bergidum de Ponferrada desarrollará, este viernes, una experiencia piloto: teatro adaptado para personas con discapacidad auditiva o visual. La compañía Teatro de la Abadía presenta su versión de “Caperucita en Manhattan”, una adaptación del libro más leído de Carmen Martín Gaite, que se podrá seguir mediante sistema de audio con auriculares y subtítulos en pantalla.

Será una experiencia inclusiva y novedosa, por primera vez en el Teatro Bergidum, donde hoy, su director, Miguel Ángel Varela, detallaba las particularidades técnicas de esta iniciativa.
La sesión será el viernes, a las ocho y media de la tarde. Han sido invitados los integrantes de la asociación Asorbier y los alumnos del módulo de audiodescripción que imparte el Centro Integrado de Formación Profesional de Ponferrada, con el que se plantea alguna posible colaboración de cara al futuro.

Y esta acción forma parte de la apuesta del Ayuntamiento para un teatro más accesible. De hecho, el alcalde, Marco Morala, y la concejala de Bienestar Social, Alexandra Rivas, detallaron que está en cartera el acondicionamiento de un aseo adaptado al lado de la taquilla, costará 16.400 euros; la ampliación de dos a seis de los puntos habilitados para sillas de ruedas en el patio de butacas; y organizar el año que viene, un concierto con mochilas vibratorias, para personas con discapacidad auditiva. Se quiere “ir más allá”, apostillaba el alcalde.

La sesión se repetirá el sábado, ya sin los dispositivos de sonido y visión. Y coincidiendo con estas funciones del viernes y del sábado, Ponferrada verá ampliar su particular “Paseo de la Fama”, en la Acera del Teatro, en la calle Ancha, con las huellas de las manos de Lucía Miranda, directora de este montaje (en el centro en la fotografía con su elenco), dramaturga y gestora vallisoletana, que goza de un amplio reconocimiento en el mundillo teatral.

De esta forma, Lucía Miranda se sumará a las diez placas que ya hay en esa acera y que empiezan a convertirse, incluso, en un «pequeño pero importante patrimonio de Ponferrada», decía Marco Morala; y en un atractivo turístico para los visitantes «que empiezan a hacerse fotos junto a las huellas de artistas que conocen», apostillaba Miguel Varela.



