Este día de Viernes Santo, que se ha despertado con el toque desgarrador de los clarines y timbales que sonaron de madrugada, concentra todas las tradiciones de la Semana Santa Ponferradina. La procesión del Nazareno, la más fervorosa de la ciudad; las carreras de San Juanín y la procesión del Entierro con hasta trece pasos, invitan a vivir una jornada «de sentimientos», como la califica el rector de la Basílica de la Encina, Antolín de Cela.
La jornada madrugó con sones que se han venido repitiendo desde un tiempo inmemorial y que probablemente constituyen la composición musical más antigua con sello del Bierzo. Al amanecer, grupos de cofrades de la Real Hermandad de Jesús Nazareno, los llamados corredores, vestidos con túnica rigurosamente negra, recorrían la ciudad con sus tambores y clarines, convocando a los hermanos con un toque lúgubre, que anuncia el inminente drama de la Pasión de Cristo.

Esa tradición se combina con la obligación de que los penitentes desfilen en fila de a uno, como mandan los estatutos de la centenaria hermandad. Es una circunstancia que se cumple a rajatabla, y que ha llevado, en más de una oportunidad, a que la cabeza de la procesión llegue al término de su recorrido, antes de que el paso del Nazareno inicie su itinerario.

La comitiva pone en la calle la imagen de Jesús Nazareno y otros tres tronos más, acompañados por penitentes con túnica negra, soga de esparto colgada al cuello y la cruz sobre el hombro izquierdo. Esta escultura de Jesús Nazareno es obra del escultor ponferradino Manuel Félix López, realizada el año 1845. Sobre su espectacular trono, aparecen el Cirineo, que le ayuda a llevar la Cruz, y el Trompetero, la talla más reciente de las tres y obra del coruñés José Juan González, con el que se sustituyó otra imagen conocida popularmente como «El Judío». La singularidad de ese trompetero es que el autor reprodujo su propio rostro en la cara de la imagen.
Por delante del Nazareno, el conjunto de la «Oración en el Huerto«, compuesto por un Cristo arrodillado y con los brazos en cruz, del siglo XVIII, al que se incorporó, en 1945, un ángel inspirado en la obra de Salzillo. Desde 1983, el paso sale con un tronco de madera traído desde Jerusalén.

Y luego, el paso de «La Flagelación» que presenta la imagen del Cristo atado a la Columna, escoltado por dos sayones más recientes.
Después, la imagen del «Ecce Homo«, talla única que sale en procesión con manto de terciopelo de color rojo, coronas de espinas y una vara en la mano, que le ha dado el nombre popular de la «Cañica».

En la plaza de la Encina, se produce el encuentro entre el Jesús Nazareno y la Virgen de la Soledad. San Juanín, una imagen de pequeño tamaño, con escaso valor artístico, pero con gran popularidad, tiene el encargo de cruzar la plaza corriendo, para avisar a la madre de la situación a la que se enfrenta su hijo.

Y después, la Procesión del Entierro
Por la tarde, la Semana Santa de Ponferrada revive viejas tradiciones. Después de los «oficios» de Viernes Santo, tendrá lugar la ceremonia del Desenclavo que, si la lluvia no lo impide, este año tendrá lugar en la propia Plaza de la Encina. Desde ahí, la imagen de Jesús en la Urna se dirigirá hasta la iglesia de San Andrés donde echará a andar la Procesión del Entierro. En este 2025, cambia su itinerario, a causa de las obras en las calles Ancha y Obispo Osmundo.
La Procesión del Entierro es el desfile más numeroso y espectacular de la Semana Santa de Ponferrada, con trece conjuntos escultóricos en la calle. Además de las imágenes que participan en la procesión matinal, también salen «La Verónica«, una talla procedente de la antigua y desaparecida cofradía de la Venerable Orden Tercera de San Francisco, que hubo en nuestra ciudad. El Santo Cristo de la Esperanza que presidió el cementerio del Carmen hasta su clausura, y que procesiona a hombros de mujeres.

El Calvario, formado por el Cristo Crucificado acompañado por la Virgen de los Dolores, San Juan y La Magdalena. Y el paso de la «Lanzada«, el más moderno de cuantos se han incorporado al patrimonio de la Real Hermandad de Jesús Nazareno. Fue adquirido en 2008, coincidiendo con el Centenario de Ponferrada y de la Coronación de la Virgen de la Encina. Recrea la escena en la que Jesús en la Cruz es martirizado por tres romanos. Las imágenes fueron esculpidas en maderas tropicales, en talleres de Madrid y Ecuador. Pesa unos 1.500 kilos y, como elemento llamativo, lleva incrustada en el trono, una imagen de la Virgen de la Encina.

Después aparece La Piedad, que presenta una sobrecogedora imagen de la Virgen con el Cristo a sus rodillas.

La comitiva sigue con la Cruz Desnuda, con la que se rinde homenaje a los cofrades fallecidos durante el último año. La Conducción del Señor al Sepulcro, un conjunto escultórico formado por ocho figuras, en el que el Cristo es llevado, sobre una sábana, por San Juan, José de Arimatea y Nicodemo. Detrás, la Virgen es acompañada por las «tres Marías»: María Magdalena, María Salomé y María Cleofás.

Finalmente, la Santa Urna, un Cristo del año 1634, obra de Gaspar Fernández, y que fue restaurado a principios de este siglo XXI.

Y cierra la comitiva la Virgen de la Soledad.
