Afrontar un partido sin tu máximo goleador y sin uno de tus defensas más fiables, hacerlo frente a un rival que te ha pintado la cara en más de una ocasión, no parece el mejor presagio. Pero las tornas parecen haber cambiado.


Por su expulsión en el minuto 2 del Johan Cruyff, por lo aparatoso y lo arriesgado de su acción, Kevin Sibille fue sancionado con dos partidos. A su baja se une la de un Álex Costa que no acaba de recuperarse. Antes de sufrir la fractura de un dedo del pie derecho, el madrileño presentaba una tarjeta de ocho goles en otros tantos partidos.


Pero frente al Barça Atlètic el equipo no encajó a pesar de la ausencia del argentino e hizo tres goles que bien pudieron haber sido más sin el referente ofensivo. Bien es cierto que lo hizo a través de una defensa numantina, siempre comprometida, y ejecutando a la perfección la estrategia de contragolpe que tampoco figura con letras mayúsculas en el libro de ruta de Javi Rey.


Así que, este domingo (12:00 horas), en el Toralín y frente al Andorra, toca volver al habitual 4-2-3-1, a la filosofía de posesión, de madurar el partido y de someter a un rival que quiere recuperar idénticos argumentos.
El del Principado no es desde luego aquel conjunto que hace un par de años, con Eder Sarabia en la banqueta, endosó a la Deportiva un 1-7 en dos partidos. Nada más lejos de la realidad. El Andorra, según su nuevo técnico Beto Company, sustituto del destituido Ferrán Costa, persigue recuperar la identidad más allá del resultado a corto plazo.
La crisis tricolor es tan evidente como el potencial de una plantilla que todos consideran la más completa de la categoría, con jugadores que destilan calidad como Lautaro de León, Álvaro Peña, el ex blanquiazul Josep Cerdá o Christos Almpanis.
La fiera más peligrosa es siempre la fiera herida y el peligro andorrano no se corresponde con la discreta plaza que ocupan en la zona media de la tabla.
A Javi Rey parece no preocuparle eso tanto como el rendimiento de su equipo al que se sigue faltando la contundencia como local. No debe ser casualidad que en El Toralín la Ponferradina haya conseguido solo un punto más que como visitante.
Llega el momento de comprobar si el buen momento de los blanquiazules es real, de saber hasta qué punto el Andorra sigue contando para estar en el grupo de los mejores y de empezar a poner el aliento en el cogote de un líder que muestra fisuras aunque nadie hasta ahora ha sabido aprovecharlas.
Recuperado de su accidente en Barcelona, la puerta volverá a ser para Andrés Prieto en un choque que dirigirá el pontevedrés Pastoriza Iglesias y que será determinante para disfrutar de una buena comida de domingo.